La loba ha sido mi nodriza,
Yací en su pecho,
Su leche me alimentaba
Hasta que se convertió en mi madre.
Sus hijas e hijos son mis hermanos
Comí con ellos la carne de los corderos,
Los cuales matábamos en nuestros juegos.
Sintonicé en su cantar
Y canté con ellos la canción de las canciones.
Me he vuelto grande y fuerte,
Tímido, observando y pechugón,
Pertinaz y siempre hambriento.
La luna llena me expulsa a la noche,
Desnudo,
sin haberme lavado,
Rondo por los bosques,
Me baño en la nieve
Y sigo el olor que me delata
Donde se reúne mi calaña.
Pero no la encuentro,
Ya no la puedo oler
Y sé,
Que el hombre la ha desterrado.
Sintonizo en su cantar
Y lloro sin ellos la canción de las canciones.
En una noche buena,
La luna llena,
Me empuja el desasosiego.
Mato conejo, corzo y becerro
Penetro con mis dientes en sus cuellos
mi lengua prubea su sangre pulsante,
Caliente y saltado, baja por mi garganta.
Y frente a mi ojo animal,
Veo mi madre la loba
Y como mis hermanos y hermanas
Escuchan su aullido.
En la borrachera de la sangre fresca
Me empaca su llamada.
Esta reuniendo todos sus hijos
Entiendo su último grito
Espirado por su rabia y antojo de venganza.
Mi ojo animal,
Mira al otro mundo
Y responde a su alma torturada.
Asumo el cargo de los cargos
Y recibo la herencia de los lobos.
Y como último lobo de esta tierra,
Sintonizo en su cantar
Y canto con ellos,
La canción de las canciones.
© 2009 by Christian Maier
No hay comentarios:
Publicar un comentario